Día de las trabajadoras y los trabajadores domésticos

El trabajo decente para los trabajadores domésticos es una responsabilidad compartida de África

En el Día de las Trabajadoras y los Trabajadores Domésticos,la Directora Regional de la OIT para África, Fanfan Rwanyindo, insta a los gobiernos, empleadores y la sociedad africana a reconocer el trabajo doméstico como una labor esencial. Con más de 9,6 millones de trabajadores domésticos en el continente, este artículo de opinión destaca la urgente necesidad de mayor protección, remuneración justa y políticas inclusivas para garantizar la dignidad y el trabajo decente para todos.

16 de junio de 2025

Mendy Lerato Lusaba, founder of the Domestic Workers Association of Zimbabwe © KB Mpofu/ILO
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    Por Fanfan Rwanyindo
    Directora regional de la OIT para África

Hoy es el Día Internacional del Trabajo Doméstico, el 14º aniversario de la adopción de la primera norma internacional del trabajo que reconoce como trabajo el cuidado remunerado dentro del hogar, el trabajo doméstico.

En África viven aproximadamente 9,6 millones de trabajadores y trabajadoras domésticos, que sostienen innumerables hogares al tiempo que anclan silenciosamente las economías de ciudados, pueblos y comunidades rurales. A todas horas del día y de la noche, los trabajadores domésticos garantizan el bienestar de las familias, pero su propio bienestar pasa a menudo desapercibido, especialmente en tiempos de crisis.

Desde los efectos duraderos de la COVID-19 y los conflictos armados, hasta las presiones inflacionistas, los desplazamientos provocados por el clima y las catástrofes naturales como sequías o inundaciones, las crisis siguen pesando mucho en todo el continente africano. Esto magnifica las desigualdades sociales y económicas y ponen a prueba unos sistemas de protección ya de por sí frágiles.

Los trabajadores domésticos, en su mayoría mujeres, se encuentran entre los más afectados. En tiempos de profundos cambios, suelen ser los primeros en perder su empleo, los últimos en recibir ayudas y los que tienen menos probabilidades de tener protección social. Las trabajadoras domésticas migrantes y las que viven con discapacidades se enfrentan a riesgos aún mayores de abusos y discriminación.

Sin embargo, frente a la crisis, las trabajadoras domésticas siguen cuidando. Cocinan para otros mientras se saltan sus propias comidas. Cuidan con dedicación de niños, ancianos y personas con discapacidad, a pesar de enfrentarse a amenazas a su propia seguridad. Su trabajo es esencial, no sólo para las familias a las que sirven, sino para la economía en general.

En África, los cuidados y el trabajo doméstico son fundamentales para nuestra supervivencia y resiliencia. Se calcula que el 15,8% de las empleadas remuneradas de África son trabajadoras domésticas. Pero este trabajo vital está infravalorado y mal pagado. Demasiadas trabajadoras domésticas tienen un empleo informal, trabajan sin contratos escritos, sin garantías de salario mínimo, sin asistencia sanitaria ni prestaciones por desempleo.

En algunos países africanos están excluidas de la legislación laboral nacional. En muchos otros, la aplicación de las leyes existentes es escasa o inexistente. Sin acceso a bajas por maternidad, asistencia sanitaria o condiciones de trabajo seguras, se pide a las trabajadoras domésticas que cuiden de otras personas mientras sus propias necesidades de cuidados quedan insatisfechas.

Hay una forma mejor de avanzar. Los gobiernos de África pueden tomar medidas para ratificar y aplicar el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) de la OIT, y garantizar que sus principios se reflejen en las leyes nacionales. Hasta ahora, solo siete países africanos lo han ratificado. Podemos y debemos hacerlo mejor.

Además, los gobiernos pueden legislar para exigir que los trabajadores domésticos reciban un salario mínimo. Los sindicatos pueden organizar a los trabajadores domésticos para exigir una mayor protección legal. Los empleadores pueden actuar solidariamente asegurándose de que pagan salarios justos y ofrecen condiciones de trabajo decentes. Las sociedades pueden reconocer los cuidados y el trabajo doméstico como un motor económico esencial, y no sólo como un asunto privado dentro de los hogares.

Hacer del trabajo doméstico un trabajo decente no es sólo lo correcto, es una inversión estratégica en la salud, la seguridad y la resiliencia de las sociedades africanas. En este Día de las Trabajadoras Domésticas, comprometámonos a situar los cuidados en el centro de la respuesta a las crisis, la recuperación y la reforma. Porque cuando se protege, valora y respeta a los trabajadores domésticos, comunidades enteras prosperan.

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